He decidido irme de Bogotá, he decidido salirme de éste hueco, he optado mejor por la calidad de vida, que aunque no la paguen en ningún lugar, vale más que cualquier cosa; por lo menos para mí.
Y es que me voy de Bogotá no porque sea mala o porque no me guste, sino porque....
Bogotá es una ciudad hostil para el ser humano, en especial para los niños, jóvenes, adultos y ancianos (y si se me escapó alguno perdónenme); es una verdadera "selva de cemento", en donde no hay animales en vía de extinción, sino en vía de reproducción; es una ciudad donde la intolerancia y la desconfianza se encuentran en cada esquina, no importa si es en el sur o es en el norte, oriente u occidente; solo basta con preguntar a alguien para que le voltee la cara, o en el mejor de los casos, para que lo mande al sitio equivocado, o más bien pídale a otro conductor que lo deje entrar a su carril, haciéndole las señales respectivas y hasta sacándole la mano por la ventana, para que éste en su afán bogotano, sin mirarlo, le tire el carro.
Y es que no influye que el otro vaya en un Mercedes Benz o en un taxi, porque aquí en Bogotá, esos dos personajes actúan de la misma manera.
Y yo me pregunto entonces, ¿dónde está la "cultura" de la que tanto se han alardeado los bogotanos? ¿Dónde se encuentra? ¿Será de puertas para adentro?
¿Oserá que los bogotanos creen que porque van al teatro una vez al mes, o porque leen un libro al año, o porque van a los mejores sitios de la ciudad, o porque tienen el carro último modelo, o la "pinta de moda", ya posen la cultura suficiente para dárselas de cultos y honrosos y poder mirar al otro por encima del hombro?.
Éste cuestionamiento sigue todavía sin respuesta, y más aún, cuando en la calle no se denota ni la menor gota de cultura ciudadana, es decir, la cultura de puertas para afuera, la cultura que realmente importa, y la cultura que verdaderamente habla de una persona y de una ciudad.
Me voy de Bogotá, porque aparte de ser una ciudad fría, sus habitantes se empeñan en hacerla la más fría de todas las ciudades. Si sigo aquí, algún día me voy a enfermar y ahí sí, ¿para dónde cojo?.
Y no es por criticar, pero Bogotá no me ofrece más que trancones e insultos en las calles, ruido y congestión. En esta ciudad, se han inventado la norma de que cuando el semáforo esté en amarillo, usted tiene que arrancar en el mismo instante porque de lo contrario se gana el pito de todos los carros que tiene atrás.
Aquí en Bogotá, usted no puede utilizar su automóvil durante dos días a la semana, pero como dicen los bogotanos, ¡hay TransMilenio!. Gracias, diría yo al TransMilenio, pero no puedo, porque ese sí que ha sido un mal para los habitantes de esta ciudad, que como buenos conformistas han dejado que les instalen "semejante asesino" rojo articulado y hasta biarticulado que rueda por la ciudad.
Y no quiero decir que no sirva, pero atropella gente, carros y motos, causa trancones, y hasta puede causar problemas en un órgano, o en varios, cuando salta por los "boquetes" que hay en la calzada por donde circula. Y ni hablar de sus estaciones, en donde usted fácilmente puede quebrarse un pie con su estructura desgastada y sucia, o dígame si éste no es el mejor escenario para la intolerancia capitalina, en donde a usted le toca armarse de mucho valor ya sea para ingresar o para salir de sus buses.
A mí el TransMilenio sí me ha servido, pero para darme cuenta de lo mal que se hacen aquí las cosas, pero lo peor de todo, para darme cuenta de lo poco que son capaces de reclamar los capitalinos ante estos desastrosos monumentos a la mala administración que se levantan en su ciudad.
Me voy de Bogotá, porque es una ciudad excluyente y no incluyente, que fomenta la lucha entre clases. Que peligro una ciudad donde la gente se tilda de gomelo o desechable, que miedo una ciudad donde no te saludan en el ascensor (que es el sitio más pequeño donde pueden convivir dos ciudadanos sin conocerse en un determinado lapso de tiempo), o donde usted se puede estar infartando en la calle y nadie se interesa por ir a socorrerlo.
Ya no quiero esquivar mas huecos, ya no quiero que no me respeten cuando hago una fila, ya sea a pie o en el carro, ya no quiero ver más mujeres feas, que entre más se parezcan a un hombre, más bonitas creen que son, ya no quiero resistir más violencia en las calles, ya no quiero que me atiendan mal en todas partes, ya no quiero más trancones a toda hora, ya no quiero salir con una hora de anticipación a todas partes, ya no quiero andar mas abrigado, ya no quiero tragar tanto polvo y polución, y ya no quiero tener que vivir más con cosas que no quiero.
En Bogotá se quejan porque llega gente de todas partes, y tienen toda la razón. Pero como dice un conocido refrán "a donde llegues, haz lo que vieres", y uno llega a Bogotá y no ve nada bueno, en absoluto, y entonces, ¿la gente qué imita?, pues todo lo que les he relatado anteriormente.
El bogotano no tiene sentido de pertenencia, pero no es que sea ahora que hay cerca de 8 millones de habitantes en la capital (seguramente muchos de otras partes), es que nunca lo han tenido, ¿y así cómo piensan que van a hacer para sacar ésta ciudad adelante?. ¿Que sería de Bogotá si no fuese la capital?, me pregunto, y mi respuesta es de pronóstico reservado. Creo que más bien, por el contrario Bogotá le debe mucho a esto.
Me voy de Bogotá porque no quiero que mis hijos crezcan acá, no les voy a hacer ese daño, no quiero que pasen tres horas al día metidos en un bus, para ir del colegio a la casa y viceversa. Mi familia me lo agradecerá. Quiero pasar más tiempo con ellos, que con el carro metido en un trancón, quiero que crezcan en una ciudad de verdad, con ciudadanos de verdad.
Todo lo anterior lo digo con conocimiento de causa, porque pasé un poco más de cinco años en esta ciudad, de la que realmente no aprendí nada, sino a querer y a valorar más lo que siempre he querido y nunca he tenido. Dejo personas valiosas porque, realmente las hay, y espero que a pesar de mi generalización, no hiera susceptibilidades individuales.
Espero no levantar rabias ni rencores, solo quiero recopilar en estas páginas lo que he observado aquí, y no es porque Bogotá sea mala o porque no me guste, pero me toca decirlo:
Y es que yo en Bogotá no vivo sino que sobrevivo, y por eso me voy a vivir a otra parte, fuera de Bogotá.
Escrito por Pablo Jaramillo Vasco.
1 comentarios:
Lo publique por que me llamo la atennción como una persona puede hablar tan mal de la capital...
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